Ganar la fama, dejando de ser famoso.

Por: Ignacio L. Prieto


En mi bello país, la Cuba de mis amores, teníamos una frase quizás concurrente en otros lugares del mundo, que decía así, “no hay palabra mal dicha, sino mal interpretada”. Para todos era fácilmente comprensible su contenido. En sentido lato se refería a que cualquier cosa dicha, podía ser entendida tan mala, como buena, lo cual obligaba a los interlocutores a buscarle el lado positivo. En verdad, el diario vivir demuestra que no basta con lo que aparentemente quiera alguien expresar, sino lo que otros al final entiendan. A propósito de esto, recientemente el mundo de habla hispano en EE UU fue sorprendido con el anuncio del canal Univisión de remover de su puesto como presentador, al destacado fashionista venezolano, Rodney Figueroa. El motivo, no menos sorprendente, fueron las declaraciones que hiciera este señor, durante el rodaje del show televisivo, “El Gordo y la Flaca”, programa dedicado a hurgar en las singularidades de cada quien, para hacer pública su vida y ganarse el rating de los latinos y latinas, sobre la “familiaridad” entre el peinado de la primera Dama de los EE UU, la Sra. Michelle Obama, y ciertos anónimos personajes del film “El Planeta de los Simios”. Obviamente, para todos fue muy fácil darnos cuenta, que Rodney no se refería a los personajes humanos de esa película. Después de esto, el canal, sin duda uno de los más poderosos de la televisión hispana de los EE UU, decidió sacarlo de su plantel, en el momento en que ya Rodney adquiría cierta notoriedad, como host de otro programa de chismes y comentarios maliciosos, denominado “Sal y Pimienta”. Por su rol como presentador el año pasado, había ganado un Premio Emmy de Televisión, el equivalente a un Oscar en el cine, o un Grammy en la música, siendo reconocido como el “Mejor Talento de la Televisión en Español”. Al mismo tiempo, otros canales en español de la competencia lo hacían aparecer en los spots publicitarios de la reconocida marca de pasta dental Colgate Optic White. A todas luces una carrera en ascenso. Sin embargo, de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos, todo eso cambió, y ahora Rodney se encuentra sin trabajo, sin contratos promocionales, a punto de caer en el olvido y lo que es peor aún, ser acusado de “racista”. En la América actual, donde policías blancos asesinan a adolescentes afronorteamericanos; donde pandilleros negros agreden a inocentes ciudadanos blancos; donde el aspecto a mexicano es motivo de profiling como indocumentado, cualquier acusación es aceptable, menos la de ser un racista. Por eso, en mi modesta opinión, la carrera de Rodney está prácticamente acabada en los EE UU. De cierto, todavía nos queda el sinsabor de que quizás debió merecer otro tipo de sanción y no esta tan dura. A mi juicio, Univisión y todos los canales que se han dedicado a hacer programas de este tipo, donde se nos presenta una manera tan ridícula de entretenimiento, basada en la chismografía y la vulgorologia, como ciencias avanzadas de la mediocridad humana, son los verdaderos responsables de errores tan colosales. Rodney, así como otros más personajes de este mercado de Telebasura, fueron creados para hacer esto, hacernos reír con el sufrimiento de otros. Desde la primera vez que se admitió este tipo de conductas inusuales en televisión, y bajo la egida del reconocimiento constitucional de la libertad de expresión, la sociedad fue puesta en un abismo, donde la línea entre ética y censura se hizo demasiado delgada. Es muy fácil cruzarla, puesto que no se basa en lo que piense o diga uno, sino en lo que otros imaginan lo que quisiste decir. Por su parte Rodney sigue tratando de recuperar el terreno perdido. Parece que la sentencia tajante sigue en pie. Por mi parte, me apresuro a decir, que irán cayendo otros más, que como Rodney se harán más famosos, el día que perdieron la fama.

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