Los australianos se mostraron aliviados y sorprendidos después de que uno de los ciclones más poderosos del mundo no provocó el jueves la devastación esperada en la costa noreste del país, sin que se reportaran muertes a pesar de vientos que arrancaron tejados y derribaron árboles.
El ciclón Yasi, con un tamaño similar al de Italia y vientos de hasta 300 kilómetros por hora, amenazó con convertirse en un segundo desastre natural en Australia en igual cantidad de meses, pero terminó sin afectar las zonas de gran población.
‘Es sorprendente que nadie haya muerto. El viento aullaba como un espíritu’, dijo el campesino Nathan Fisher, hablando desde la ventana de su vehículo mientras regresaba a su propiedad desde un refugio en el pequeño pueblo de Innisfail.
Australia, un amplio continente con menos de tres personas por cada kilómetro cuadrado, es uno de los pocos países donde una tormenta tan grande y terrorífica como Yasi -con un diámetro de unos 500 kilómetros- podría pasar lejos de las grandes ciudades.
Incluso mientras Yasi comenzaba su marcha sobre tierra de 1.000 kilómetros hacia el interior el jueves, perdiendo fuerza permanentemente, las predicciones meteorológicas mostraban que era posible que golpeara sólo un pequeño grupo de pequeños poblados en una región en la que viven cerca de 400.000 personas.
La ausencia de cualquier daño o víctimas sustanciales fue atribuida también a los varios días de preparación para la llegada del ciclón, las evacuaciones anticipadas, leyes que garantizan que las nuevas casas y edificios sean lo suficientemente firmes como para soportar un ciclón e inundaciones marítimas leves debido a que el tifón no coincidió con las altas marejadas.