La muerte de Alfredo Moreno el 24 de mayo del 2015 enlutó a la comunidad hispana de de la Florida, la Casa Cuba en Tampa abarrotada por su pueblo rendía tributo póstumo a un ser insustituible por su obra digna y de vanguardia en favor de su comunidad; tal vez por ello en esta fecha la tarde lloraba desconsolada en tormentoso atardecer inconforme con su partida acompañada del impactante tributo brindado por sus familiares, compañeros de lucha e integrantes de su comunidad.
Para aquellos que lo conocimos Moreno (como le llamaban algunos) sigue vivo, caminando lento y hablando pausado sin omitir detalles en cada respuesta y es que para ser buen orador muchas veces no se necesita de otra técnica que no sea la elocuencia, la sabiduría y esa experiencia adquirida en concordancia con la responsabilidad familiar, con su gente, con su patria y con los tiempos.
Cuando conversaba con Alfredo Moreno (1934-2015) en ese terruño de cubanía en Tampa que es la Casa Cuba no hablaba yo con el presidente de esta institución sino con el símbolo de la comunidad hispana, hablaba con alguien cuyo respeto significaba considerarlo como el padre de la comunidad cubana sin distinción entre sus hijos porque para él no existía la palabra bastardo conocedor de que la madre patria llámese Cuba o América es de todos y para el bien de todos parafraseando a nuestro José Martí.
Confieso que es difícil para cualquier columnista escribir con pie forzado sobre un hombre de esta magnitud por la honra que encierra el deber de expresar con palabra alguna el alcance en cuanto a perdida de alguien cuya bondad y humildad rechazaba el escenario común del protagonismo, pero a su vez se necesita esa palabra pública que pueda hilvanar la vigencia de un legado patrimonial de lealtad que debemos enarbolar por convicción como bandera de lucha y de libertad.
De su partida lamentamos todos los que lo conocimos el no poder contar hoy con esa sabiduría magistral que nos ayudaba en el entendimiento del porque estamos aquí, del porque nuestra identidad es sagrada, del significado de no claudicar en el afán de recuperar nuestro derecho a la tierra, a decir lo que pensamos, a procrear en nuestro espacio geográfico hombres y mujeres capaces de profesar el deber, el respeto y la dignidad humana que merece la patria.
Esta pérdida física debe convocar a una reflexión inmediata dentro de la comunidad latina porque aunque muchos no quieren hablar de política o no quieren oír hablar de estudios, si todos quieren un buen maestro para sus hijos, si todos quieren sentirse cada día identificados con sus raíces y ese sentir es el legado que nos dejo este educador que como evangelio vivo nos llama a la unidad dignificado por todos esos patriotas que ya ancianos nos aguardan en la Casa Cuba para educarnos en valores cívicos que en peligro de extinción social logran sobrevivir en este santuario de amor a la democracia y la libertad.
Alfredo Moreno para ti no hay lagrimas ni adiós porque tú marchas a la vanguardia de la dignidad humana que siempre por cambiante que sea habrá de brotar del pecho del hombre digno y valiente. Maestro descanse en paz tras tantos años de lucha interminable con la convicción de que en tiempos de paz la gloria es más difícil porque el acomodo lastima la dignidad de los pueblos, pero a su vez este hecho en sí mismo es estandarte tangible de una generación indomable que comparte ese pensamiento martiano inconscientemente haciendo de tu lucha una victoria profética cual sentimiento no canalizado pero si subyacentes por instinto natural del hombre común que no nació para ser esclavo.
Pronto está el día en que tu verbo claro y preciso se haga realidad junto al ideal martiano del que fuiste abanderado y con el cual los que te conocimos te decimos hasta pronto.
“… Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados.”
José Martí, OC. edic1975