Cientos de migrantes hondureños atravesaron la población fronteriza con Guatemala de Agua Caliente, con el objetivo seguir avanzando y llegar hasta Estados Unidos. La situación de estas personas es de pobreza extrema y, además, muchas de ellas tienen que lidiar con la creciente violencia de su país, focalizada sobre todo en las acciones de las pandillas.
Estos grupos de personas partieron originalmente de la ciudad de San Pedro Sula en buses hacia la frontera, cantando canciones contra el presidente Juan Orlando Hernández y con banderas de su país. Se trata de la primera caravana del 2020.
Entre las personas que se decidieron a marchar había gente de todas las edades y condiciones, incluyendo a menores y personas discapacitadas. Están cansados de la pobreza de su país y por ello decidieron movilizarse, pero su periplo hacia Estados Unidos cada vez es más complicado, ya que tan solo tienen garantizado el paso hacia Guatemala.
La ley permite a los migrantes centroamericanos transitar por los diferentes países de la región, con tan solo portar el documento de identidad. Sin pasaporte ni, por supuesto, la necesidad de una visa. Pero en la frontera mexicana las condiciones son cada vez más estrictas y el país gobernado por Andrés Manuel López Obrador se ha convertido desde mediados de 2019 en una especie de “tapón” para migrantes centroamericanos que sueñan con llegar a la Unión Americana.
A pie o en vehículo particular, los migrantes comenzaron a entrar en Guatemala, tan solo un día después de que tomará posesión el nuevo presidente Alejandro Giammattei, quien se comprometió a facilitar el paso para los adultos hondureños que cumpliesen el requerimiento de portar su identificación, pero se mostró más exigente a la hora dejar cruzar a menores de edad. Ellos necesitan el pasaporte y una autorización firmada por sus padres.
El anterior Ejecutivo guatemalteco, comandado por Jimmy Morales, firmó un acuerdo con Estados Unidos en el que se comprometían a acoger a migrantes hondureños y salvadoreños que solicitasen asilo. Este polémico acuerdo ha sido fuertemente criticado, y tal y como apuntó Alejandro Giammattei en una entrevista exclusiva con France 24, “a penas se ha podido estudiar por el Gobierno entrante”.
Sin embargo, el nuevo dirigente, confirmó en esa misma entrevista, que “sería conveniente” que algunos de los anexos se debatiesen con Estados Unidos, en especial en materia de financiación y de cuota de migrantes que pueden quedarse en Guatemala.
Posiciones duras de México
El factor que diferencia a las caravanas de 2020 respecto a las que se produjeron hace dos años es el papel de México. Este país no se vio forzado a convertirse en un “tercer país seguro”, pero bajo amenazas económicas del mandatario estadounidense, Donald Trump, que estuvo a punto de imponer aranceles escalonados a la importación de todo tipo de productos mexicanos, accedió a endurecer la política migratoria en su frontera sur.
Alejandro Giammattei ya advirtió a esta caravana, antes de partir desde sus ciudades, que “estaba destinada al fracaso”. El nuevo dirigente mantuvo, durante la mañana del miércoles 15 de enero de 2020, una reunión con el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, y la postura de México fue clara. Un rotundo “no” a dejar transcurrir a la caravana dentro de sus fronteras.
Desde que se adoptaron estas posturas migratorias el flujo de migrantes hacia Estados Unidos se redujo notablemente. Algo que ha sido celebrado por la administración Trump. Giammattei se ha mostrado crítico con estas posturas y en más de una ocasión ha asegurado que “los muros físicos no detienen personas, lo que detiene personas son muros de prosperidad”.