Los Países Bajos, rinden homenaje a la bicicleta en su diario vivir

La Haya, Países Bajos, 18 de Abr.- Papá sale de viaje de trabajo hoy, de manera que mamá y los niños de cuatro y dos años, lo llevan en el vehículo familiar a la Den-Haag Centraal (la estación central de trenes) a despedirlo.

La escena no podría no podría ser más común; un hecho que se repite todos los días en cualquier ciudad del mundo. Sólo que aquí tiene una particularidad: el vehículo familiar (donde venían los cuatro, maleta y portafolios), es una bicicleta.

Se trata del verdadero homenaje vivo a este peculiar medio de transporte, que en Holanda encontró el Paraíso y donde se ha convertido en una verdadera forma de ser, al grado de que en este país, habitan más bicicletas que personas.

Y no es casualidad. Porque desde hace varias décadas el gobierno nacional y los gobiernos locales, se han dedicado a promover su uso, a través de ciclopistas señalizadas separadas del arroyo vehicular y la banqueta y con reglamento de tránsito propio.

Además, hay enormes estacionamientos públicos y un grado de seguridad ciudadana tal, que las personas pueden dejar el vehículo en una de estas instalaciones públicas (cubiertas o al aire libre), irse a trabajar en tren y regresar por la tarde para encontrar su bici y regresar a casa sin novedad.

Los habitantes de este país, aseguran que muchas personas viven en una ciudad y trabajan en otra. Para este grupo, una solución es tener un bici en cada ciudad; por la mañana, pedalean de su casa a la estación del tren, donde estacionan su bicicleta.

Al llegar a la ciudad de destino toman su otra bicicleta y en ella se trasladan a su oficina. Al término de la jornada, hacen el camino de regreso a la estación, donde dejan su segunda bicicleta y al llegar a su destino en el tren, toman la otra para volver a casa.

De esta suerte, ambas bicicletas pasan su vida útil en estacionamientos públicos gratuitos (algunos llegan a albergar hasta 5 mil bicicletas) sin correr más riesgo que ser tiradas eventualmente por el viento.

Los Países Bajos deben su nombre al hecho de que su territorio (al norte de Europa), se encuentra por debajo del nivel del mar. Debido a ello, el terreno es plano, lo que favorece el uso de la bicicleta.

Aunado a ello, existe una admirable cultura vial, producto del hecho que, como dicen los holandeses, “nacimos en bicicleta”, pues es frecuente ver en las calles a madres de familia llevar a uno o dos bebés en la bici, mientras ella pedalea rumbo al trabajo o a cualquier parte.

La cultura vial es sólida y, por lo tanto, se respeta a quien anda a dos ruedas con el mismo rigor con que se atiende a quien ande a pie. Pero lo mismo los ciclistas respetan las reglas de vialidad de los autos y, por lo tanto, todo funciona.

De hecho, la cultura ciclista envuelve y adopta a quien llegue a vivir aquí.

Muestra de ello, es el embajador de México en los Países Bajos, Eduardo Ibarrola, quien al final de un encuentro informal con periodistas mexicanos que realizan una gira de trabajo en varias ciudades, se retiró relativamente temprano, aduciendo que debía pedalear 35 minutos al regreso.

A las puertas de un restaurante en la bahía, luego de despedirse, tomó su bicicleta y se perdió en la ciclovía con rumbo a la Residencia de la Embajada de México en los Países Bajos. (Notimex).

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