Bahréin y Yemen fueron escenario este martes de nuevas protestas contra sus respectivos regímenes, en una oleada de manifestaciones políticas que han surgido en Oriente Medio al calor de las revueltas populares de Egipto y Túnez.
Miles de personas tomaron el centro de la capital bahreiní para reclamar mejoras económicas, reformas políticas y constitucionales, el fin de las violaciones de los derechos humanos en el país y la destitución del actual gobierno.
“Unas 20.000 personas se manifiestan de forma pacífica en la plaza Lulu de Manama y piensan pernoctar allí”, explicó a Efe por teléfono el presidente de la Asociación de la Juventud Bahreiní para los Derechos Humanos, Mohamed al Maskati.
Las protestas se iniciaron en la mañana de este martes frente al Hospital General de la localidad de Al Dih, donde se produjeron choques con las fuerzas de seguridad que emplearon gases lacrimógenos y dispararon balas de goma para dispersar a los manifestantes que protestaban por la muerte la víspera del joven Ali Abdelhadi Mushaima.
Al fallecimiento el lunes de Mushaima, de 21 años, se sumó este martes la muerte de Fadl Matruk como consecuencia del disparo de una bala de goma a corta distancia hecho por las fuerzas antidisturbios en ese centro hospitalario.
El rey Hamad bin Isa al Jalifa, en el poder desde 1999, lamentó la muerte de los dos manifestantes y ordenó la creación de un comité para investigar “las causas de esos sucesos”.
“Dado los lamentables sucesos que han tenido lugar ayer y este martes, donde fallecieron dos de nuestros queridos hijos, presento mi pésame a sus familiares”, subrayó el monarca en un discurso retransmitido por la televisión bahreiní.
Esta revuelta popular comenzó hace dos días y cuenta con una participación sin precedentes en este país, un archipiélago con una superficie de tan solo 727 kilómetros cuadrados en el que viven poco más de un millón de personas, la mitad de ellos extranjeros.
Maskati denunció que la policía cargó contra los manifestantes, entre los que había mujeres, jóvenes y ancianos, cuando intentaban salir del complejo hospitalario de Al Dih, aunque no pudo precisar el número de heridos en estos incidentes.
La represión policial motivó este martes a suspender su participación en el Parlamento al principal bloque opositor de Bahréin, Al Wifaq, que en un comunicado condenó “el uso de violencia exagerada contra los manifestantes” por parte de las fuerzas de seguridad. En declaraciones a la cadena catarí de televisión Al Yazira, el líder de Al Wifaq, Abdul Jalil Jalid, dijo que las protestas son pacíficas y que “la gente sólo quiere reformas”.
“La gente está pidiendo que el Parlamento asuma todas sus funciones”, agregó el dirigente del Wifaq, que cuenta con 18 de los 40 escaños de la cámara baja del Parlamento. Jalid insistió en que demandan “una mayor participación en el proceso político” y negó que se trate de un enfrentamiento entre suníes y chiíes. Estos últimos representan el 70 por ciento de la población y han protagonizado protestas en el pasado.
Manifestaciones similares tuvieron lugar también en la capital yemení, donde por cuarto día consecutivo se produjeron enfrentamientos entre opositores y partidarios del presidente yemení, Ali Abdalá Saleh, según pudo constatar Efe.
Desde hace semanas se han celebrado protestas lideradas por la oposición, lo que forzó el pasado 2 de febrero a Saleh, en el poder desde 1990, a echarse para atrás en unas reformas constitucionales con las que buscaba perpetuarse en el poder.
Al menos dos simpatizantes del gobierno y tres opositores sufrieron heridas en choques que estallaron cuando los primeros atacaron con puñales y bastones a los segundos, que intentaban marchar hacia el Palacio presidencial.
Alrededor de mil activistas de derechos humanos, estudiantes universitarios y desempleados corearon consignas como “vete del país gobierno corrupto”, “revolución hasta la victoria”, “viva Túnez, viva Egipto”, “vete Ali”, y “después de Mubarak, Ali”, en alusión a la caída del presidente Hosni Mubarak, el pasado 11 de febrero.
Y es que las protestas de Bahréin y el Yemen tienen muchos puntos en común con la revolución egipcia, cuyo epicentro fue la cairota plaza Tahrir, en la que pernoctaron durante dos semanas miles de personas. Si en Saná el lugar de disputa entre ambos grupos ha sido muchos días la plaza Tahrir (Liberación en árabe) de esta capital, en Manama a la plaza Lulu han empezado a denominarla “el Tahrir bahreiní”.