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Washington pide cambio para evitar la revolución

Estados Unidos está intentando sacar a Egipto de la senda de la revolución para encaminarlo hacia la ruta que lo lleve hacia la evolución.

Simplemente, la Casa Blanca no quiere perder a un aliado de 30 años, un aliado que se ha destacado por el acuerdo de paz con Israel, un pacto de gran importancia en la política estadounidense de cara al Medio Oriente.
Pero ahora indica que la salida del presidente Hosni Mubarak del poder, ahora o más adelante, es una clave en ese proceso de cambio.

Se puede percibir en el giro que ha dado el discurso de Estados Unidos.

La semana pasada, la secretaria de Estados de Estados Unidos, Hillary Clinton, dijo que el gobierno egipcio se encontraba “estable y buscando maneras para responder las legitimas necesidades e intereses de los egipcios”.

Pero el domingo, la diplomática hizo un llamado por “una transición ordenada que conduzca hacia un gobierno democrático”.

Influencia

La pregunta no es si Mubarak se deba ir, sino cuándo se irá. Unas elecciones presidenciales están previstas para septiembre de este año. Pero, se ven muy lejanas para aplacar las intensas protestas.

Al mismo tiempo, Estados Unidos ha enviado un mensaje pidiendo prudencia a los militares egipcios, una esfera en la que la nación norteamericana tiene una considerable influencia.

Washington provee más de US$1.000 millones en ayuda militar a Egipto cada año.

El ejército egipcio depende absolutamente de la tecnología estadounidense.

Los tanques que se observan en las calles de El Cairo son M1A1 Abrams, diseñados en Estados Unidos y ensamblados en Egipto.

En el entretanto, la Casa Blanca quiere que el proceso de transición se inicie pronto.

Así lo señaló, el domingo, Clinton: “Queremos ver que este levantamiento pacífico protagonizado por los egipcios, en demanda por sus derechos, sea respondido de una manera clara y sin ambigüedades por parte del gobierno. Así mismo, queremos que se dé un proceso de diálogo nacional que conduzca a los cambios que los egipcios buscan y merecen”.

Sin embargo, añadió: “Eso llevará tiempo. Es improbable que se produzca de un día para otro sin que se desencadenen graves consecuencias para las partes envueltas”.

Oposición

Esto significaría que deben crearse las condiciones para que una oposición organizada y variada pueda emerger.

Lo último que Washington quiere es que la organización opositora de mayor fuerza en la actualidad en Egipto, la Hermandad Musulmana, alcance una posición de poder político, lo cual formaría parte de las “graves consecuencias” a las que hace alusión Clinton.

Será interesante ver si Estados Unidos consigue, en silencio, apoyos para Mohamed el Baradei, ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés).

Se trata de un personaje que no es carismático, pero que está disponible.

Todo esto pone de manifiesto las dificultades de Estados Unidos para lidiar con su aliados autócratas.

En 1979, tras haber apoyado por años al Sha de Irán, Washington urgió por una reforma en el país y lo abandonó en plena revolución islámica.

El líder iraní supo que le había llegado la hora cuando un portavoz de la Casa Blanca comentó con un gesto de aprobación que el mandatario quería tomarse unas vacaciones. Mohammad Reza Pahlevi nunca regresó a su país.

La revolución egipcia ha sido un tanto diferente, más parecida a las revoluciones de Europa del este. Esa es la razón por la cual, Estados Unidos todavía cree que la pueda controlar.

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