13/07/2016 Guadalajara (México) (AFP) – Un día puede ser Batman o el Hombre Araña, en Navidad es Santa Claus y durante las fiestas patrias un charro: el oncólogo pediatra Sergio Gallegos acumula 34 disfraces para atender a pequeños agobiados por el cáncer, pero que acuden ilusionados por descubrir un nuevo personaje.
Gallegos, de 46 años, trabaja en el Hospital Juan I. Menchada, de Guadalajara (oeste) desde 2007, año en que se estrenó de Santa Claus para dar regalos a los niños.
El martes el médico era un luchador con capa y malla roja que le cubre todo el cuerpo, rellenos en piernas, muslos y abdomen simulando un físico musculoso y los pies enfundados en llamativas zapatillas color plata.
Los disfraces continuaron ocasionalmente según las celebraciones en México y para 2014 se volvieron cotidianos para incluir superhéroes, futbolistas y hasta un médico brujo.
“Ya tengo 32 vistos por el público”, relata el médico al explicar que hay dos esperando a ser estrenados en honor de dos pequeños que han concluido su tratamiento y que quieren conocer a un nuevo personaje.
“Ahorré, los compré y ahí están en el clóset (armario) esperando que llegue ese día especial que ese niño lo pidió para ser estrenado”, relata el médico, quien para complementar su papel simula su voz según el personaje.
Para los pacientes y familiares, el pesar de ir a a una consulta se ha transformado en ilusión y en un evento que les alegra el día.
“Él hace que hasta se nos olvide un ratito el problema que tenemos, la enfermedad”, reconoce sonriente Hilda Rocío Colmenares, mamá de José Manuel, de 16 años y quien es atendido por leucemia.
El mismo Gallegos sobrevivió al cáncer, y sus años de enfermedad en un hospital en Estados Unidos, que era visitado por voluntarios disfrazados de payasos, lo inspiraron a cambiar de piel para atender a sus pacientes.
“Eran ellos los que realmente me hacían olvidar que yo estaba enfermo y que yo estaba sufriendo los efectos de la quimioterapia”, dice al explicar que su primer disfraz fue de payaso cuando era voluntario de otro hospital.
“Es el disfraz que más años tiene y todavía lo uso. La nariz está toda aplastada por el uso pero me sirve”, asegura.
Las redes sociales han contribuido a ampliar sus disfraces y hasta ha conseguido para sus pacientes, como cuando en Facebook pidió le donaran un vestido de princesa para sus pacientes y le llegaron más de 2.000.