Miami, 17 dic (EFE).- Vecinos de Palm Beach (Florida) han manifestado su preocupación y algunos también su abierto rechazo ante la posibilidad de que el presidente Donald Trump resida permanentemente en su club privado en esa ciudad, Mar-a-Lago, una vez que deje la Casa Blanca.
Según medios locales, la alcaldesa de Palm Beach, Gail Coniglio, y el Consejo Municipal han recibido manifestaciones por escrito en ese sentido en los últimos días.
La última llegó este jueves a la Alcaldía vía fax y está firmada por un desconocido Comité Palm Beach que no se anda con rodeos.
“No queremos que seas nuestro vecino y que infrinjas las leyes aquí”, dice la carta firmada solo con el nombre Comité Palm Beach, de acuerdo con el medio digital Palm Beach Post.
Este mensaje recibido por la alcaldesa Gail Coniglio, que dice no haber oído antes hablar de ese comité, se suma a una petición formal dirigida por un abogado de la zona, Reginal G. Staumbach, quien en nombre de un cliente que no identifica afirma que Trump perdió su derecho a residir permanentemente en Mar-a-Lago cuando en 1993 llegó a un acuerdo con las autoridades sobre esa propiedad.
A cambio de mantener la antigua mansión existente en la propiedad de 18 acres (7,2 hectáreas), que adquirió en 1986, al hoy presidente se le permitió convertirla en un club privado.
Entre otras cosas, se acordó que los socios no podían vivir en el club más de un tiempo determinado, afirma el abogado, que envió también su carta al Servicio Secreto, pues alega también razones de seguridad en contra de que Trump se instale de manera permanente en Mar-a-Lago, donde desde 2019 tiene su residencia a efectos legales.
Según Staumbach, la cerca de Mar-a-Lago está protegida por microondas, que causan “trauma cerebral” y otros problemas de salud, y su cliente ha mostrado “síntomas” de haber estado “expuesto”.
El comité, por su parte, dice que los “vecinos de Mar-a-Lago tienen un mensaje para el comandante en jefe saliente: No queremos que Trump arme su hogar y tenga residencia permanente en el club social”.
Tampoco quieren visitas de “proud boys (chicos orgullosos), skin heads (cabezas rapadas) y locos neonazis” a Mar-a-Lago.
Según el Palm Beach Post, los planes iniciales de Trump para Mar-a-Lago cuando adquirió esa propiedad frente al mar era subdividir la propiedad y hacer varias viviendas individuales, algo que no se le permitió.
El acuerdo por el que sí se le autorizó convertir la mansión en un club privado establece que las 10 suites existentes están reservadas a los socios y sus invitados, y solo pueden utilizarlas un máximo de tres veces al año y no más de siete días cada vez, sin posibilidad de juntar las tres posibles estancias en una sola.
De acuerdo con el medio digital, el abogado de Trump en 1993, Paul Rampell, dio garantías al Consejo Municipal de que el empresario inmobiliario no iba a vivir en Mar-a-Lago, pero no quedaron recogidas en el acuerdo.
La única referencia a la posibilidad de hacer de Mar-a-Lago una residencia privada es cerrando el club social.
Hasta ahora no se había cuestionado el derecho de Trump a vivir en Mar-a-Lago, donde desde que llegó a la Presidencia en enero de 2017 ha estado en al menos 30 ocasiones, según los medios.
Se espera que estas Navidades pase algunos días en Mar-a-Lago, como tiene costumbre hacer.
En la “Casa Blanca de invierno”, como la llamó, ha recibido incluso a dirigentes y delegaciones extranjeras.
Los vecinos habían protestado reiteradamente por los problemas que les ocasionaban las medidas de seguridad en torno a Mar-a-Lago cada vez que Trump visita su propiedad y algunas compañías de aviación por el cierre de un pequeño aeródromo en esas visitas.
La familia Trump tiene otras propiedades en Palm Beach, recuerda el Palm Beach Post, lo que no les impediría alojarse allí si el municipio tuviera en consideración lai petición del abogado. Info, Mi Ciudad Tv