Washington, 19 ago (EFE).- Era 1986 y 38 chicas de raza negra soñaban con seguir los pasos de las fundadoras de su hermandad universitaria: mujeres pioneras y capaces de cambiar su realidad. Hoy una de ellas aspira a ser la primera vicepresidenta, afroamericana y de ascendencia asiática, en la historia de EE.UU.
Su nombre es Kamala Harris y a sus 55 años se ha convertido en la dupla electoral del virtual candidato demócrata a la Presidencia, Joe Biden, pero también en la mujer que puede llegar a escribir una nueva página para las Alpha Kappa Alpha (AKA), una sororidad de estudiantes afroamericanas fundada en 1908 en Howard University de Washington DC, también conocida como la “Harvard” negra, a la que pertenece la senadora por California.
LA MISMA DE LA ÉPOCA UNIVERSITARIA
“Describirla como estudiante es casi describirla como la vemos ahora: ella es real, ella es auténtica, ella es quien parece ser”, dice a Efe Lorri Saddler, compañera de Harris en la sororidad.
Ambas se sometieron al proceso de iniciación en el que las aspirantes deben no sólo demostrar su capacidad académica -que se verifica con su promedio de calificaciones-, sino también presentar cartas de referencia de profesores, empleadores o de personas que den fe de sus cualidades.
La candidata deberá tener además una trayectoria de trabajo en el campus o en su comunidad; en otras palabras, ser una agente de cambio social.
En el verano de 1986 Harris, Saddler y otras 36 compañeras más, que fueron bautizadas como las 38 Jewels of Iridescent Splendor (38 joyas de esplendor iridiscente), culminaron el proceso de iniciación y pasaron a ser miembros de la sororidad.
“Aprendimos a trabajar juntas, aprendimos cuáles eran las fortalezas de cada una y fuimos capaces de trabajar juntas para completar con éxito el proceso de iniciación. Y entonces creo que fue ese tiempo de unión mi recuerdo favorito de ella”, comenta.
Saddler, de la misma edad que Harris y actualmente vicepresidenta asociada y decana de Admisiones de Pregrado de la Clark Atlanta University, retrata a la senadora como “muy involucrada” y “muy comprometida” con las actividades en el campus cuando era universitaria.
Según detalla en su página web, la hermandad busca el desarrollo profesional y personal de las mujeres que forman parte de su estructura. El proceso no es gratuito e incluye cuotas de membresía.
Para Saddler, ser parte de esta sororidad representa poder, servicio y, sobre todo, apoyo entre las “hermanas”.
Medios de comunicación han estimado que las 300.000 integrantes y 1.024 grupos locales de las AKA pueden suponer un as bajo la manga para el dúo Biden-Harris.
DE MANIFESTAR A LEGISLAR
Cuando Harris y Saddler entraron en la sororidad era la época de las manifestaciones contra el sistema segregacionista del “apartheid” en Sudáfrica.
Harris estaba entre quienes reclamaban un cambio en el país africano, recuerda Saddler: “Estaba muy involucrada en temas de justicia social en el campus, involucrada en protestas y protestas antiapartheid y marchas y cosas así”.
Años después puede convertirse en la primera vicepresidenta de EE.UU., tras ejercer como senadora, cargo que ocupa desde 2017, y después de haber sido fiscal de distrito y general en California.
“Estamos viendo la manifestación plena de esas semillas que fueron plantadas en el campus de la Universidad de Howard cobrando vida y dando frutos hoy”, afirma Saddler, quien considera que Harris será “efectiva” en el rol que deba desempeñar, ya que es capaz de entender los desafíos que la gente enfrenta.
DE FLOYD A KAMALA
La nominación de la hija de un profesor universitario nacido en Jamaica y una científica originaria de La India parece el colofón del movimiento que desencadenó la muerte, el pasado 25 de mayo, del afroamericano George Floyd.
La agonía de este hombre que se quejaba de no poder respirar mientras un policía blanco le presionaba el cuello con la rodilla se convirtió en la chispa que encendió una ola de protestas y dio un nuevo impulso a la lucha por los derechos civiles, que ya puso fin a la segregación y ahora reclama igualdad frente a la Justicia.
“Lo que estamos viendo con esta nominación es un cambio. Es ciertamente una oportunidad para un cambio necesario”, reflexiona sin dudar Saddler, quien recuerda que no fue hasta 1965 -un año después de que ambas nacieran- que los afroamericanos tuvieron el derecho al voto en EE.UU.
Laura Barros