La reciente visita del Sr. Rick Kriseman, alcalde de St, Petersburg a La Habana ha puesto sobre el tapete algo muy sorprendente e inesperado: la potencial apertura de una oficina consular en esa ciudad que mira hacia el Golfo. La posición de Kriseman al parecer va más allá de cualquier contradicción contra los miembros de la comunidad cubana que se oponen a la apertura de cualquier tipo de dependencia diplomática del régimen castrista en algún punto de la geografía floridana. Por cuestiones lógicas, la Florida necesita de ese tipo de oficinas. Tomemos como referencia el solo hecho de que cerca de dos millones de cubanos residen en el estado del Sol, esto sin contar los hijos y nietos de una comunidad que ya sobrepasa un siglo de asentamiento en la Florida.
Por su parte Kriseman regresó con una sonrisa triunfal, cargando en su recuerdo los paseos en “almendrones”, aquellos carros de lujoso antaño, con más de diez lustros de fabricación, que todavía amenizan las calles habaneras; habrá vuelto con el sabor a ron aun picándole en la garganta y el aroma del mejor habano del mundo dándole un toque de nostalgia a sus deseos. Pero no pudo traer, si acaso nada más que esperanzas, fue la concertación de un acuerdo para que sea su ciudad y no otra, la candidata favorita del castrismo. Entre las cosas que Kriseman señalaría como futuros hándicaps están el deplorable estado de la banca y las transacciones financieras en Cuba. Que me perdone este señor, pero esa duda podía habérsela aclarado cualquier cubano de a pie, que sabemos las muchas trabas que el sistema socialista pone al libre empréstito y a la libre circulación de capitales. Cuba es el único país del mundo que opera nominalmente con dos monedas: el peso cubano autentico, y el peso convertible, popularmente conocido como chavito. Si a eso le sumamos que los inversionistas vendrían con dólares, entonces los cambios serian en tres tipos diferentes de monedas.
Todas estas operaciones se harían por medio de un mecanismo burocrático, como todos los mecanismos de gobierno, como son si dudas las Casas de Cambios, o mejor conocidas como CADECAS. Institución gubernamental dedicada a extorsionar a los cambistas, pues le vende el chavito a un mayor precio del que en realidad es. Un ejemplo, si Ud. cambiara 1000.00 USD en CADECA, le darían solo unos 800.00 chavitos. Si va a comprar chavitos con pesos cubanos se lo vender a 25.00 pesos por un chavito, pero si va a cambiar chavitos por pesos cubanos, la venta entonces sería de 24.00 por uno. Esta explicación tan sencilla la conocemos todos los cubanos, después de sufrir la estafa anunciada de un sistema ladrón. Pero para cualquier inversionista o turista norteamericano, esto parece estar escrito en chino y no dudo de que pronto se cree una maestría en las universidades floridanas de cómo lidiar con el controvertido sistema financiero cubano.
Pero aun así, Kriseman se muestra optimista. Las otras dos ciudades probables candidatas de fuerza serian Miami, específicamente en el área de Hialeah o Tampa. En ambos casos, como ya dijimos, aun cuando la mayoría de los cubanos residentes en la Florida miran con buenos ojos esta política de acercamientos, existen no obstante, ciertos elementos dentro de nuestra comunidad que se oponen con fiereza a cualquier tipo de negociación. Razones a ambos bandos no les faltan. Por un lado están los que quieren agilizar sus tramitaciones legales, las cuales se encarecen y se vuelve lentos puesto que deben acudir a Washington DC para cualquier tipo de actividad con su documentación migratoria. Del otro lado están los que aluden que esta oficina será un nuevo escenario para que los Castros vendan su propaganda a los residentes del estado. Ud. que me está leyendo es libre para tomar cualquiera de las dos posiciones. Jamás le cuestionaría, porque ese es un derecho humano esencial: tomar el camino que mejor le convenga. Por mi parte, sin el ánimo de parecer ingenuo, creo que a la larga el consulado debe ser abierto, si bien no en Miami o Tampa, donde puede herir susceptibilidades, si al menos en St. Petersburg, donde quedaría enclavado a solo minutos de Tampa y a unas cuatro horas de Miami. Sin dudas un camino más corto en comparación con Washington DC.
El camino hacia la normalización de las relaciones Cuba-USA parece allanado y no hay quien lo pueda detener. Por lo pronto, parece que el embargo languidece, si no es que ya se nos murió y no nos dimos cuenta. El Sr. Kriseman probablemente se fume otro habano en su casa, con la nostalgia de que prontamente estos se venderán en cualquiera de las boutiques elegantes y quien sabe, si hasta aquellos de menor calidad en las bodegas latinas o incluso en Wal-Mart. Para los millones de cubanos que residimos en Florida, parafraseando con el permiso de nuestro José Martí su inmortal verso sencillo, seguiremos, sin Patria, pero sin “Embargo”, con un Consulado.