“Chicos, lamento no poder contestarles por tuit o por Whatsapp con celeridad. Aquí las comunicaciones fallan mucho, la mayor parte del día mi celular no agarra internet, en la casa no hay. Por eso pude dormir ayer, porque no sabía que la represión anoche fue brutal. Al llegar a la revista, donde sí tengo conexión, una avalancha de mensajes y tuits me llegaron. Hay, al menos, un muerto más, otro estudiante. La Guardia Nacional inició una cacería de estudiantes en la que entraron a edificios y casas para buscarlos y llevárselos. Los tuits son escalofriantes porque uno solo se imagina eso por allá en África, o la Europa de la segunda guerra, o nada más en las películas. La aplicación Zello da la ubicación exacta de quien emite los tuits, y con eso los guardias perseguían -de un apartamento a otro- a los chamos, mientras que los vecinos de Altamira se turnaban para esconderlos. No se tiene información sobre los chicos que fueron detenidos, hay otros de los que no se sabe nada. Leopoldo está preso en Ramo Verde, no sabemos de Capriles. Noveno día de manifestaciones. Ya no somos oposición, somos resistencia. Y yo tan inútil a la patria, solo sé escribir”.
Son las palabras de la periodista Mariale Berroterán, en medio de una de las peores crisis que se vive en el vecino país después del intento de golpe de Estado del fallecido Hugo Chávez, hace más de 20 años.
Pero también podrían ser las de cualquier ciudadano con acceso a internet. Las redes sociales como Twitter o Facebook, y las aplicaciones como Dropbox u ‘Hola Unblocker’ -para desbloquear contenidos en páginas web-, cobran más importancia hoy, dado el recorte de las publicaciones impresas y el innegable monopolio informativo del gobierno venezolano, que abarca unas 500 emisoras de radio, 36 canales de televisión y cerca de 100 diarios “para-estatales”, según registra la reconocida periodista y escritora venezolana Milagros Socorro.
Sin embargo, la red que tanto usó @ChavezCandanga, al parecer, no escapó a algún tipo de presión política. El jueves pasado el vocero de Twitter, Nu Wexler, denunció que las imágenes desde Venezuela estaban siendo bloqueadas, mientras que en un informe de CNN en Español se reveló que el pasado lunes y martes se repitió la historia.
Aun así, la nube de palabras desde distintas orillas no desaparece, así como tampoco las falsas imágenes difundidas sobre las protestas, ni los videos acerca de los enfrentamientos más recientes.
Simpatizantes del gobierno Maduro no han dudado en darle un nuevo nombre a la red “microfascista: Twitler”, señalando los tuits golpistas de dirigentes y seguidores de la oposición. La polarización se acrecienta por estos días con etiquetas como #RodillaEnTierraConNicolasMaduro a favor del presidente venezolano, y #ResistenciaVzla, que integra mensajes de la oposición.
“Nuestra agenda es de paz, la violencia fascista generada por opositores intenta provocar al pueblo. No a la violencia, no al fascismo”, es uno de los tantos mensajes con tinte político que se puede leer en Twitter. Su autor, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional.
Facebook, con menor protagonismo, sobre todo si de usos oficialistas se trata, también ha sido campo de activismo. Páginas como ‘Sin mordazas’ o ‘Quiero la paz para Venezuela’, la última lanzada recientemente, son usadas para diversos objetivos. Videos de las protestas en Youtube, así como ‘microvideos’ en Instagram y Vine también han ganado espacio en el escenario social.
Según Luis Carlos Díaz, periodista y ciberactivista venezolano, las redes sociales han “satisfecho el hambre informativa de mucha gente”. Tiempo real, espontaneidad y descentralización, “significan mucho ruido y una producción artesanal de información que, a pesar de los fallos, ha sido útil para sobreponerse a las falencias de los medios radioeléctricos que han optado por la autocensura”.
Aun así, considera Díaz, “la prensa sigue haciendo un estupendo trabajo de validación de datos y de escritura de la historia contemporánea. Confío en que los principales diarios, a pesar de la crisis de papel, están haciendo un trabajo estupendo”.
Sobre qué tan positiva o negativamente está usando cada ciudadano las redes sociales, el también columnista del diario Tal Cual, asegura que las experiencias son individuales y dependen mucho del grupo del que se hace parte y de la gente con la que se interactúe.
“Hay, por ejemplo, muchos “videntes” y venezolanos azuzando el conflicto desde Miami, pero si yo no los sigo ni a quienes los retuitean, no me afectan”. Lo que sí está claro para Díaz es que en el “aparato hegemónico” que tiene el gobierno, “el papel de lo que hacen sus seguidores en redes es más el de animadores del discurso oficial, que ya tiene todo un aparataje de producción pagado con dinero público”.
Lo cierto es que muchos venezolanos han fortalecido su papel de ciberactivistas dada la situación que atraviesan. Tal es el caso de Gonzalo Himio, abogado, profesor universitario y activista de Derechos Humanos, cuya cronología en Twitter es un relato vivo de las detenciones a las que han sido sometidos jóvenes, entre los que se cuentan menores de edad. A través de la Organización No Gubernamental Foro Penal Venelozano, de la que hace parte, ha asistido de manera gratis a algunos de los afectados.
“Confirmados 44 jóvenes detenidos ayer en Los Teques, estado Miranda. Abogados del Foro Penal Venezolano ya en el sitio”, se lee en uno de los trinos que publicó en su cuenta de Twitter. En ese mismo espacio, Himio se encarga de publicar varias veces al día la lista actualizada de detenidos e invita constantemente a los ciudadanos a hacer sus denuncias.
Este esfuerzo ya ha representado amenazas para algunos tuiteros. Una periodista venezolana, que prefirió el anonimato, habla de llamadas intimidantes y presiones para no seguir trinando acerca de las situaciones en las que ha sido protagonista la represión policial.
No es el caso personal de Luis Carlos Díaz, pero sí de dos de sus compañeros ‘hacktivistas’. “Más bien gente del mundo técnico”, dice. Casos que prefiere mantener en reserva también.
Mientras en las redes sociales crecen las denuncias, mentiras, montajes y frases de odio con tintes políticos de un lado y otro, también lo hacen las iniciativas para proteger los derechos humanos e incentivar el ciberactivismo pacíficamente.
Así lo hace @Volantear, una organización dedicada a repartir volantes para “informar de manera imparcial”.
En su perfil de Twitter se organizan, dividen tareas, difunden las razones de las protestas, qué hacer en caso de detención, incentivan la donación de sangre para heridos, entre otras acciones. “Desmárquense de quienes trancan vías. Expliquen que nuestra labor es informativa. Vestirse neutro, no reaccionar a provocaciones”, algunos de sus consejos. eltiempo.com