La política migratoria norteamericana se puede catalogar de no ser muy favorable hacia los nacidos al sur del Rio Bravo. En sentido general si bien es cierto que el país ha abierto sus brazos para recibir irlandeses, italianos, chinos, japoneses, europeos orientales, judías y más, ha sido reticente a aceptar muy fácilmente la afluencia de emigrados hispanos. Razón por la cual, de manera increíble conviven hoy millones de hispanoamericanos en EEUU sin un reconocido estatus legal. Como una excepción a esa regla están sin dudas los ciudadanos cubanos. Todos los nacidos en la Mayor de las Antillas gozan de ciertos privilegios migratorios, toda vez que llegan a tierras del Tío Sam. La causa de este estatus exclusivo solo para los cubanos, viene dado en virtud de lo que dispone la famosa Ley de Ajuste Cubano, así como una seria de disposiciones que se han dictado al respecto. Pero ¿Por qué esta Ley? La respuesta está en la historia que han vivido Cuba y los EE UU en los últimos 56 años.
La llegada de Fidel Castro al poder el 1ro de enero de 1959 supuso el comienzo de una serie de reformaciones al sistema democrático que culminaron con la oprobiosa dictadura castrista, la más larga de todos los tiempos en América. A la par del deterioro de las garantías constitucionales y el comienzo de un reinado del terror, aun peor que los jacobinos franceses de 1791, miles de ciudadanos de la Isla tienen que salir huyendo del país. Al mismo tiempo que Fidel desataba su persecución en contra de todos los que se le opusieran, desafiaba a los propios intereses norteamericanos, confiscando los bienes norteamericanos en Cuba, e incluso asesinando a ciudadanos de EE UU, como sucedió con el Comandante William Morgan. La respuesta de los ex presidentes Eisenhower, Kennedy y Johnson, fueron increíblemente el establecimiento de un tímido embargo que en nada ha perjudicado a los Castros.
Sin embargo aun cuando las administraciones estadunidenses no fueron enérgicas para defender a sus ciudadanos, si lo fueron para con los cubanos que salían de Cuba. Si una deuda impagable tiene un país con otro, es esta que tenemos los cubanos con este gran país. Motivo de ese auxilio de acoger a miles de cubanos que huían de la cárcel nacional que era Cuba, es que surge la idea de reformar el sistema migratorio norteamericano. De este modo, el 2 de noviembre de 1966, el ex presidente Lyndon B. Johnson promulga la conocida Ley de Ajuste Cubano, aprobada por el Congreso, la cual concedía a todos los cubanos que estuvieran en los EE UU después del 1 de enero de 1959, la posibilidad de recibir la residencia permanente luego de permanecer física e ininterrumpidamente en el país por un año más un día naturales.
A partir de ese momento la Ley más allá de ser un privilegio, se convirtió en un anhelo de esperanza. En virtud de ella se producen en Cuba varias olas migratorias, donde el pisar suelo norteamericano se volvió en la única razón de vida de millones de antillanos. Ante el fiasco moral que representaban las balsas de Cuba para Miami, el sátrapa cubano, Fidel Castro, ideo una estrategia donde siempre intentó desmoralizar y quitarle el mérito al emigrante cubano, considerado como un perseguido político de hecho. Tratando siempre de hacer mirar al otro lado, declaró que la emigración cubana se debía a la Ley de Ajuste y no a las condiciones de vida en la Isla. O sea, los cubanos emigraban, saliendo al mar en balsas, no porque tuvieran una gran necesidad, sino solo porque se sentían “estimulados” por los beneficios de la mencionada norma legal. De este modo, entre el año 2000, en el cual se produjo la crisis por Elián González, hasta su precipitada salida del poder en el 2006, el dictador cubano cada vez que daba uno de esos largos e incoherentes discursos, siempre mencionaba la necesidad de eliminar la Ley de Ajuste Cubano, a la cual llamaba la “Ley asesina”.
Sin embargo, en los últimos años se han levantado otras voces, muy distintas ideológicamente a las del castrismo, que también abogan por eliminar la mencionada Ley. Primero dentro del propio denominado exilio histórico, los que se beneficiaron de la Ley en sus inicios, comenzaron a expresarse muestras de rechazo hacia los nuevos emigrados cubanos, los que han llegado después del Éxodo de los balseros de 1994. A estos se les empezó a llamar: “exiliados de estómago”. Por otro lado, muchos de estos nuevos emigrantes no ocultan sus verdaderas intenciones de por que emigraron hacia los EE UU, alegando que lo hicieron “por razones económicas y no políticas”. O sea, que su comportamiento no sería en todo caso el de alguien que no puede volver a su país, sino que incluso, al año y un día, con residencia en mano, sin pagar nada, con los primeros Income Tax, y con la tarjeta de SNAP, sacan pasaje para visitar a la Isla.
Esta actitud molesta para algunos, es lo que ha hecho que voces más resonantes en Washington se levanten hoy en contra de los beneficios para los cubanos. El joven congresista federal cubano-americano por Miami, Carlos Curbelo (R) ha expresado su insatisfacción con lo que considera un abuso a la los beneficios de la Ley. Por lo tanto ha hecho público su interés de trabajar en un proyecto que limite los efectos de la controversial Ley y que esta no pueda ser abusada. Otros legisladores cubano americano como Ileana Ross Lethinen (R), el senador Marco Rubio (R) y el senador Bob Menendez (D) no han desestimado la posibilidad de revisarla o reformarla. Incluso el pasado día 20 de diciembre una editorial del New York Times expresaba que la Ley de Ajuste Cubano era “una reliquia de la Guerra fría” y por tanto debía ser eliminada. Al parecer dentro de los círculos de poder en EE UU quien único se ha manifestado contrario a la eliminación de la Ley es el Presidente Barack Obama y su gabinete.
Al mismo tiempo es consabido que la Ley no es bien mirada por muchos emigrantes de otras naciones latinoamericanas. Incluso, hoy mismo el presidente de Guatemala, Alejandro Maldonado a raíz de la reunión de las naciones centroamericanas con motivo de la crisis migratoria de los cubanos, se refirió a que la ley de ajuste cubano debía ser suspendida, porque da privilegios a unos pocos. Habría que salirle al encuentro a Maldonado y requerirle que vivir fuera de nuestra nación, de nuestra identidad, y de nuestra cultura, no es ningún privilegio.
Al parecer la controversial ley, pronta a cumplir medio siglo de existencia no goza de muchas simpatías, ni entre los orangutanes que desgobiernan a Cuba desde hace 56 años; ni entre las elites comunitarias cubano americanas; ni en los medios de prensa y ya se va volviendo odiosa para otros pueblos hispanos. Todo esto me lleva a la idea de que quizás estemos frente a sus últimos días. ¿Serán suficientes las voces de los cubanos sensatos que sabemos que nunca hemos sido un pueblo de emigrantes, sino que las condiciones impuestas por un sistema diabólico de dominación son hoy la causa de nuestra desidia y salir emigrando? Realmente aun no podemos vaticinar mucho, aunque eso sí, a entendimiento de este servidor, no creo que pueda celebrar sus bodas de oro, ¿estaremos viendo sus últimos días?