Miami, 30 nov (EFE).- Con la vuelta al formato presencial, tras el parón obligado de 2020, la feria Art Basel Miami Beach (Florida) trata de recobrar a partir de este martes su ritmo frenético y el gran espectáculo del arte contemporáneo junto al valor refugio de los clásicos y nuevas tendencias como el arte digital.
No parece que la ausencia del año pasado haya mermado el entusiasmo y poder de atracción que genera esta cita: un total de 253 galerías de todo el mundo y la obra expuestas de miles de artistas modernos y contemporáneos en el Centro de Convenciones de Miami Beach, con todos los protocolos de seguridad y medidas sanitarias.
La atmósfera que reinaba hoy en la presentación de esta nueva edición, que abrirá sus puertas al público del 2 al 4 de diciembre, es, pues, de marcado optimismo. Y es que el mundo del arte es una aventura emocional, intelectual y económica que se desvanece sin la parte presencial de las galerías o la visita al espacio de una exposición.
En el caso de Art Basel Miami Beach, la soleada feria hermana de Art Basel Basilea (Suiza), su llamada inunda de calor y color artístico a la ciudad entera, que se convierte, durante la primera semana de diciembre, en el centro neurálgico del mercado del arte en el continente con una constelación de ferias satélites.
Coleccionistas, aficionados, marchantes, galeristas y comisarios de museos necesitaban como oxígeno la vuelta de las ferias presenciales, los encuentros, que propician la trama de historias, acuerdos o la natural adquisición de una pieza.
UNA EDICIÓN HISTÓRICA CON MAYOR DIVERSIDAD DE VOCES ARTÍSTICAS
“Es asombroso estar de vuelta en Miami Beach. No es una edición más, es algo histórico, una verdadera feria internacional con un rango y espectro más diverso de voces artísticas”, como las procedentes de África, dijo feliz Marc Spiegler, director global de Art Basel, en la presentación a los medios e invitados de esta nueva edición.
Y es que esta edición, aseguró Spiegler a Efe, ha supuesto todo un “desafío” por los aspectos “impredecibles que encerraba su planificación”, hasta el punto que, detalla, solo dos meses antes del arranque de la cita, con la noticia de que la Administración Biden abría las fronteras, se sumaron 30 galerías más a la feria.
Spiegler resaltó que “el mundo del arte continúa su marcha y la gente quiere ver arte”. “¿Por qué?”, se preguntó Spiegler, para responder: “no hay sustitución al encuentro presencial” y la posibilidad de “descubrir galerías y artistas”.
Regresa la feria con sus reconocidas secciones intactas (Galleries, Kabinett, Positions, Nova, Survey y Edition), y una nueva incorporación, Meridians, una exhibición de 16 obras a gran escala (esculturas, pinturas, performances, instalaciones y vídeo proyecciones) comisariada por la mexicana Magalí Arriola, directora del Museo Tamayo.
Merece la pena detenerse ante el gran lienzo en acrílico del artista nacido en Ghana (África) Conrad Egyr, “700 Cycles of Somatic Renditioning” (2021), en el que enlaza símbolos con un lenguaje visual sobre el comercio del oro y la trata de esclavos en el siglo XIX.
O la obra del nigeriano-británico Tunji Adeniyi-Jones, “With Negritude”, de dimensiones monumentales también, que propone desde la experiencia de la negritud una inmersión en los movimientos artísticos de vanguardia del siglo XX.
AMPLIA PRESENCIA IBEROAMERICANA
No falta presencia iberoamericana. La galería barcelonesa Mayoral dedica gran parte de su espacio al escultor y grabador canario Manolo Miralles (1926-1972), “uno de los más importantes artistas españoles del movimiento informalista de la posguerra europea con obra muy importante expuesta en el (Museo de Arte Moderno de Nueva York) MoMA”..
Los precios de las piezas exhibidas de Miralles se mueven entre los 300.000 y 1,4 millones de dólares.
Junto a los Miralles, obras en la misma galería de maestros españoles como Miró, Picasso, Tapies, Chillida o del expresionista abstracto granadino José Guerrero (1914-1991).
A juicio de Spiegler, el peso de la obra artística hispánica en la feria es “enorme”: “Hay de todo, desde grandes figuras históricas de los primeros años 20 como Wilfredo Lam y Rufino Tamayo hasta muy jóvenes artistas latinoamericanos radicados en Estados Unidos”.
La galería Jorge Mara-La Ruche, de Buenos Aires, propone también en la sección Kabinett un diálogo de “visionario modernismo” entre tres figuras de la vanguardia fotográfica europea y sudamericana durante la década de 1930: las alemanas Ellen Auerbach y Grete Stern y el argentino Horacio Coppola, también cineasta.
Coppola desnuda con su lente objetos cotidianos hasta crear verdaderos bodegones domésticos o urbanos de una hermosa sobriedad poética, como en “Mr. Nobody” (1934) o “Bauhaus” (1932) y “London” (193).
Conviene pasarse por la sección Positions y detenerse en la galería Continuo, donde el artista cubano Carlos Garaicoa presenta “Soñamos en la superficie rayada de un cristal”, un montaje a base de retrovisores de vehículo y motos con frases o aforismos grabados en los cristales.
Paseando por los pasillos de esta edición hay mucho que ver: Andy Warhol en la galería Skarstedt, específicamente los dos retratos “Janet Villella”. O la pieza hiperrrealista de grandes dimensiones en acrílico sobre lienzo “Olympic Donuts”, de Sayre Gómez.
Para hacer juego con la revisión provocadora de los clásicos desde el fervor por el hilo conductor con la tradición, nos encontramos con el artista plástico colombiano Alberto Baraya y su serie “Automaquia”, en referencia a la serie de Goya “Tauromaquia”.
“He tomado las planchas de Goya de la ‘Tauromaquia’, a partir de las originales, que reflejan lo que es España o su estereotipo, y las he utilizado con los coches deportivos Pegaso en los años 50”, dijo a Efe.
Cuenta que se trata de un proyecto artístico en el que él “interpreta a un “naturalista artificial que recorre diferentes paisajes y países recogiendo sus extrañezas”, y, en el caso de España, se topa con la serie “Tauromaquia” y el “maravilloso coche Pegaso”. Una simbiosis artística irresistible para el colombiano.
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