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Horas de agitación se viven en el mundo árabe.

Las rebeliones que se encendieron en Túnez y Egipto se propagan como reguero de pólvora en Medio Oriente y se han encontrado con una brutal represión que dejan un número creciente de víctimas, según informes difundidos cuando se preparaban nuevas protestas tras la plegaria musulmana del viernes.

Desde el martes, hubo al menos 30 muertos en Libia, Yemen y Bahréin. En este último país, miles de personas convirtieron los funerales de dos manifestantes en una protesta antigubernamental.

En Irán, el régimen islamista ordenó la movilización de sus adeptos para denunciar a los líderes de la oposición que en los últimos días volvieron a levantar cabeza tras la ola de manifestaciones de 2009.

En Argelia, la oposición está decidida a salir a la calle el sábado, pese a las promesas de las autoridades de levantar el estado de emergencia y de otras medidas tendientes a apaciguar la tensión social.

Las insurrecciones que este año derrocaron a los presidentes de Túnez, Zine El Abidine Ben Alí, y de Egipto, Hosni Mubarak, alentaron las reivindicaciones en esta región del mundo aquejada de déficit democrático, corrupción y nepotismo, con gobernantes que se aferran al poder desde hace décadas.

En Libia, las fuerzas de seguridad mataron a por lo menos 24 manifestantes desde el martes en las violentas dispersiones de protestas contra el régimen del coronel Muamar Kadhafi, denunció el viernes la organización Human Rights Watch (HRW), citando a testigos.

La ONG, con sede en Nueva York, dio parte de 16 muertos en Al Baida (1.200 km al este de Trípoli) y de 8 en Benghazi (1.000 km al este), aunque fuentes médicas dijeron que en esta última ciudad hubo por lo menos 14 fallecidos solo el jueves.

Los comités revolucionarios, pilares del régimen libio, amenazaron a los “aventureros” que se manifiestan contra Kadhafi con una respuesta “violenta y fulminante”.

En Yemen, los enfrentamientos entre manifestantes y policías en Adén (sur) dejaron el jueves tres muertos y 19 heridos, según el último balance de fuentes médicas.

El balance anterior daba parte de un muerto. Desde el miércoles, ya suman cinco los muertos en este pequeño país de la península Arábiga, aliado clave de Estados Unidos en la guerra contra la red islamista Al Qaida.

También se viven horas de agitación en Bahréin, donde tiene su base la V Flota estadounidense, encargada en particular de proteger las rutas marítimas petroleras del Golfo.

En Manama, la capital del pequeño reino dirigido por una dinastía sunita pero con población mayoritariamente chiita (otra rama del islam), miles de personas participaron en los funerales de dos manifestantes muertos en la represión de una protesta antigubernamental.

Desde el lunes, cinco personas murieron en las concentraciones opositoras.

En Egipto, decenas de miles de personas se concentraron en la gran plaza Tahrir de El Cairo, para festejar la caída, hace exactamente una semana, del régimen de Mubarak tras una rebelión de 18 días que dejó 365 muertos, según el balance oficial.

Un influyente clérigo musulmán, Yusuf al Qaradaui, instó a los dirigentes árabes a oír las voces de sus pueblos, en una arenga en esa plaza que fue el epicentro del levantamiento.

“No le pongan obstáculos al pueblo (…). Dialoguen con él”, urgió Al Qaradaui.

La ola de contestación fue respaldada por Estados Unidos, que instó el miércoles a los dirigentes de la zona a dar una respuesta positiva a las demandas populares.

También el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó a tratar de superar las crisis con reformas audaces y no con medidas represivas.

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