Dusambé (Tayikistán) (AFP) – Todo empezó con un sordo estruendo. Luego irrumpió el lodo sembrando la destrucción en Barsem, un pueblo al pie de las montañas de Tayikistán, víctima del deshielo de los glaciares de Asia central que, según los científicos, se acelera peligrosamente.
“El barro se llevó todo a su paso, casas, automóviles“, recuerda Shakarbek Kurbonbekov, un habitante del lugar de 60 años, un mes después de lo ocurrido. “Los que pudieron, se escaparon hacia las tierras altas, no había tiempo para reflexionar“, afirma, en conversación telefónica con la AFP.
El hombre está convencido de ello: el 16 de julio salvó la vida gracias a su buena suerte. En total, las continuas avalanchas de barro y las inundaciones dejaron al menos 12 muertos y destruyeron un centenar de casas en la región oriental de esta exrepública soviética.
El fenómeno, consecuencia de una ola de calor, revela los trastornos ecológicos en curso en Asia central, una región que tiene una necesidad vital de las reservas del agua que aportan los glaciares.
Estos glaciares, en el macizo del Pamir en Tayikistán, y en los montes Tian en Kirguistán, alimentan los ríos Amu-Daria y Syr-Daria, que desempeñan un rol estratégico en la región, permitiendo desde hace siglos la irrigación de las tierras agrícolas.
Pero según un estudio publicado recientemente por el centro de investigaciones alemán GFZ, el volumen de los glaciares de los montes Tian disminuye actualmente cuatro veces más rápido que la media en las últimas décadas. Para los expertos, estos glaciares, que han disminuido una cuarta parte desde 1961, se habrán derretido totalmente en 2050.
– Inundaciones y tensiones –
Las síntomas de calentamiento de esta cadena montañosa ubicada entre Kirguistán, Kazajistán, Uzbekistán y China, aparecen claramente en las estaciones de esquí de la región, que datan a menudo del período soviético.
“La temporada es cada vez más corta, año a año, debido a la escasez de nieve y de temperaturas frías”, asegura Oleg Chernogorski, que organiza viajes en estas montañas desde hace 30 años. La “prueba innegable”, según él, del calentamiento climático es que la temporada de deportes de invierno, que empezaba en los años 60 el 1 de diciembre, sólo puede ser inaugurada ahora hacia fines de ese mes.
En Kazajistán, el deshielo condujo en julio a la saturación de una represa, provocando inundaciones a las puertas mismas de la mayor ciudad del país, Almaty, y privando a 3.000 personas de electricidad.
Para Piotr Plejanov, exdirector del Instituto de hidrología y de geo-ecología de Kazajistán, Asia central debe prepararse a vivir este tipo de situaciones cada vez más frecuentemente.
“Los más ricos como Kazajistán serán capaces de hacer frente a la situación. Los más pobres como Kirguistán o Tayikistán, con grandes montañas y poco dinero, son más vulnerables“, advierte.
En la época soviética, la repartición de las aguas en Asia central era decidida en Moscú, pero el sistema estalló con la independencia de los cinco países de la región en 1991, tras la caída de la URSS. Ahora se teme que la rivalidad por este precioso recurso degenere en conflictos.
Las zonas fronterizas han sido ya escenario de esporádicos enfrentamientos, como entre Kirguistán y Tayikistán: un guarda fronterizo de este país resultó muerto este año en un valle donde las poblaciones de las dos naciones vecinas se disputan el uso del agua de un río.
Para algunos expertos, sin embargo, una mejor gestión del consumo de agua podría compensar en parte las temidas penurias. La revista científica Nature estimó el año pasado que Turkmenistán, desértico y rico en gas, era el primer consumidor del mundo de agua por habitante, seguido no muy lejos por los demás países de la región.
Por otro lado, los proyectos de irrigación del período soviético son considerados ya como responsables en la región de una importante catástrofe medioambiental: la desecación del mar de Aral, entre Uzbekistán y Kazajistán.