13/07/2016 Washington (AFP) – Muchos republicanos estiman improbable que Donald Trump pueda vencer a la demócrata Hillary Clinton en las presidenciales de noviembre y ahora lo que intentan es salvar su mayoría en el Congreso y prepararse para las elecciones de 2020.
El partido Republicano se reúne la próxima semana en su Convención Nacional en Cleveland (Ohio, norte) para investir al magnate como su portaestandarte.
Pero en lugar de ser una reunión destinada a ensalzar las virtudes y posibilidades de victoria del partido, el evento probablemente revelará las profundas divisiones entre el ‘establishment’ republicano y el estilo populista y directo de Trump.
Por supuesto, los responsables republicanos buscan minimizar estos desacuerdos y quieren proyectar la imagen de un partido unido. Incluso es posible que Donald Trump produzca un espectáculo exitoso.
Pero la inusual cantidad de republicanos ausentes (no irán Mitt Romney, John McCain, John Kasich ni ningún Bush) es bastante elocuente. “Esto no tiene precedentes en la historia reciente de las convenciones”, dijo Robert Boatright, profesor de ciencias políticas de la Universidad Clark de Massachusetts.
Donald Trump aún ha anunciado el programa de su convención y no se sabe quién hablará en los horarios de mayor audiencia. Pero sin duda será una oportunidad única para dar un nuevo impulso a su candidatura.
El multimillonario ha prometido en varias ocasiones en los últimos meses tener un comportamiento más “presidencial” y abandonar el tono desenfadado e incendiario que ha marcado su campaña hasta ahora.
“Donald Trump debe aprovechar la convención para dar a los miembros del Congreso y a la mayoría de los líderes republicanos una razón para darle otra oportunidad”, dijo Boatright.
Sin embargo, el escenario más probable, según este politólogo, es que los miembros más prominentes del partido sigan ignorándolo y se enfoquen más bien en la media docena de escaños en el Senado que el partido ahora se empeña en salvar.
También están mirando hacia las elecciones de medio mandato en 2018 y, por supuesto, a las presidenciales de 2020.
– ¿Qué pasará después de 2016? –
La elección de 2016 parecía ganada de antemano por los republicanos. Habían asegurado el control de la Cámara de Representantes en 2010 y del Senado en 2014.
Y tras los dos mandatos de Barack Obama, los republicanos deberían haberse beneficiado de la tendencia de los votantes de buscar un cambio. Más aún porque la opción demócrata es una candidata tan impopular como Hillary Clinton, quien aún batalla para ganar votantes que desconfían de ella por haber usado su correo electrónico privado cuando era secretaria de Estado.
Pero el sorprendente ascenso de Donald Trump en las primarias, con su discurso xenófobo, proteccionista y antisistema, privó al partido Republicano de la posibilidad de reconstruir sus dañados vínculos con los electores negros e hispanos.
En consecuencia, los enfrentamientos que padece la derecha estadounidense desde el surgimiento de los ultraconservadores del Tea Party en 2010 no están cerca de resolverse en este ciclo electoral.
“El dominio de Trump no ha permitido avanzar en el debate sobre el futuro del partido republicano”, dijo John Hudak, experto del instituto Brookings en Washington.
Y si Donald Trump pierde las presidenciales, ¿qué ala del partido republicano se beneficiaría más? A sus 46 años, Paul Ryan -presidente de la Cámara de Representantes y hombre fuerte del Congreso- está en posición de recoger los platos rotos.
Es respetado por su ideología conservadora y visto por el ‘establishment’ como un comunicador eficaz para la marca republicana. Y si bien apoya a Donald Trump, se mantiene a distancia de él.
Pero los ultraconservadores como el senador texano Ted Cruz, finalista en las primarias, también se verán fortalecidos.
Como ocurrió tras la derrota de 2012, Ted Cruz podría intentar convencer a los electores de derechas de que la Casa Blanca se les escapó de las manos porque el candidato investido no era suficientemente conservador. El senador de 45 años dijo en mayo que se postulará para un nuevo período parlamentario en 2018.
Otro anterior rival de Trump, el senador hispano por Florida Marco Rubio (45 años), revirtió en junio su decisión de retirarse de la política y anunció su candidatura para un segundo mandato.
Todos estos jóvenes políticos tienen ya los ojos puestos en la próxima etapa. El del año “2020 será otro ciclo muy difícil para el partido”, dijo John Hudak. “Y puede pasar aún bastante tiempo antes de que los republicanos encuentren por fin una dirección”, manifestó.