Dudas sobre la identificación en la tierra de los 43 desaparecidos

Omeapa (México) (AFP) – Jhosivani Guerrero, uno de los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos de Ayotzinapa, ha sido dado por muerto dos veces y dos veces sus padres han muerto en vida, dicen familiares y vecinos de Omeapa, la comunidad originaria del joven que rechaza el anuncio oficial de su fallecimiento.

“Al no ver, no creer, yo quiero ver a mi sobrino”, dijo a la prensa su tía Isabel Guerrero, frente a la puerta de la casa de adobe azul donde Jhosivani (20 años) vivió hasta que salió, dos meses antes de desaparecer, de su pueblo natal para estudiar en Ayotzinapa. “Si es verdad (que está muerto), queremos ver sus restos, pero entero, no un huesito“, añade la mujer, que dice que sus familiares quisieran “darle cristiana sepultura” si realmente falleció.

La gente de Omeapa, un poblado rural con casas de madera y calles sin pavimentar, vio con sorpresa el anuncio de la procuradora General de la República, Arely Gómez, de que Jhosivani había sido identificado, a través de pruebas de ADN realizadas en el prestigiado laboratorio forense de Innsbruck, en Austria.

La funcionaria hizo el anuncio en televisión solo 10 días antes del primer aniversario de la desaparición de los 43 jóvenes, mientras que su familia fue informada minutos antes de la transmisión.

– “Están matando a la familia” –

La tormentosa duda que quedó en los padres del joven fue respaldada por el Grupo Argentino de Antropología Forense, que ha acompañado la investigación oficial desde el principio.

Los antropólogos argentinos condenaron en un comunicado que la familia haya conocido la noticia de esa manera y dijeron que la coincidencia genética, encontrada entre los restos óseos analizados y el ADN de la madre de Jhosivani, no es “un resultado identificatorio definitivo”.
“Están matando a la familia con esa noticia, dieron como seguro ese informe y eso no es seguro, pues eso no es justo“, dijo de su parte a la AFP Margarito Rodríguez, padre de Carlos Iván Rodríguez (20 años), otro de los 43 desaparecidos.

Los estudiantes de la escuela para maestros rurales de Ayotzinapa, en Guerrero (sur), fueron atacados brutalmente la noche del 26 de septiembre de 2014 por policías de Iguala, a 250 km de la escuela, y entregados a integrantes de un cartel del narcotráfico.

De acuerdo con la investigación oficial, los narcotraficantes los habrían asesinado e incinerado en un remoto basurero del vecino municipio de Cocula y depositado sus restos en bolsas de plástico.

Una bolsa fue recuperada por autoridades en un río cercano y, en ella, se encontraron las 17 piezas óseas enviadas al laboratorio de Innsbruck para tratar de identificar a los jóvenes. Los expertos lograron identificar de manera plena únicamente a Alexis Mora Valencia, uno de los desaparecidos.

– “Lo mataron dos veces” –

Los padres de los 43 desaparecidos han rechazado la versión oficial y recientemente un grupo de expertos independientes de la Organización de Estados Americanos pidió que se abran nuevas líneas de investigación.

“Nosotros tomamos de manera muy reservada este anuncio porque ya dos veces nos han dicho que está muerto”, dijo de su parte un maestro de la pequeña escuela de Omeapa, de unos 500 habitantes, a la que Jhosivani fue hasta el noveno grado.
La primera vez, las autoridades lo confundieron con Julio César Mondragón, hallado muerto y desollado en Iguala la mañana del 27 de septiembre. Mondragón es uno de los tres compañeros de los desaparecidos asesinados la noche del ataque.

Desde entonces, la madre de Jhosivani esta enferma del corazón y su padre se recupera de la herida recibida el martes pasado en un enfrentamiento entre policías y estudiantes de Ayotzinapa cerca de la escuela.

Las ventanas de la casa de la familia Guerrero, ubicada al pie de un reverdecido cerro, están llenas de polvo y la puerta permanece cerrada.

“Por todo lo que está pasando, su mamá casi ya no viene a su casa porque dice que le da muchos malos recuerdos, llega al cuarto de su hijo a puro llorar”, dice la tía del joven.

El centro en el que estudió Jhosivani está a una cuadra de su casa. Ahí los estudiantes pintaron un mural con fotografías de él, de su primo Emiliano Elen Gaspar de la Cruz y de Everardo Rodríguez Bello, los tres egresados de esta escuela y desaparecidos la fatídica noche del 26 de septiembre de 2014.

“No quiero hablar de su destino final porque, desafortunadamente, las autoridades ya lo mataron dos veces”, señala Erick Vega, maestro de Jhosivani, afirmando que no hay “credibilidad” en el gobierno

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