Dallas, 20 Ene.- Los viejos cementerios en Estados Unidos suelen constituir un testimonio del racismo y la desigualdad social que prevalecía en décadas pasadas en este país.
El “Campo Santo de Cemento Grande”, dedicado a guardar los restos de inmigrantes mexicanos que llegaron a Dallas a principios del siglo pasado, es una clara muestra de ello.
El cementerio, quizás el más sombrío de todos los panteones ubicados en Dallas, ha sido prácticamente sitiado por la urbanización, y el acceso al mismo ha quedado restringido dentro de los terrenos de una compañía telefónica.
El camposanto está ubicado en la parte trasera del estacionamiento de un edificio de la compañía telefónica AT&T, cerca de la autopista Interestatal 30 y la calle Cockrell Hill, al oeste del centro de Dallas.
Para poder visitarlo se debe pasar por una caseta de seguridad que da acceso a las oficinas de la compañía. El sitio guarda en una media hectárea de terreno unas 200 tumbas, aunque la mayoría de ellas registran hundimientos, lápidas rotas y vallas oxidadas.
El camposanto habría caído prácticamente en el olvido y quizás hubiera ya desaparecido si no hubiera sido por Henry Martínez, un octogenario residente de Dallas, que ha estado luchando para salvar el cementerio.
Martínez ha cuidado el “Campo Santo de Cemento Grande”, durante más de 50 años.
“Mi madre está enterrada allí; también mi hermano, hermana, un tío y tal vez otros miembros de la familia”, dijo Martínez, quien a lo largo de los años ha documentado la historia del cementerio.
“Es un lugar sagrado y simplemente no podía dejar de tratar de preservar el cementerio”, comentó.
Martínez dijo que el último entierro en el cementerio fue el de su hermano, Eladio Rodríguez Martínez, un soldado que murió el 23 de marzo de 1945 en Filipinas, durante la Segunda Guerra Mundial.
“Mi hermano fue un gran hombre que murió muy joven, cuando apenas contaba con 24 años de edad; siempre lo hemos recordado y lo llevamos en nuestros corazones”, expresó.
En 1991 Martínez logró que la Comisión Histórica de Texas designara el cementerio como sitio histórico estatal y ubicara ahí una placa que marca ese reconocimiento.
Ahora, a sus a sus 87 años de edad, Martínez se ha propuesto una campaña para lograr que la compañía AT&T permita una vía de acceso libre al cementerio, de forma que pueda ser visitado sábados y domingos.
El cementerio fue establecido por la compañía “Southwestern States Portland Cement”, una de las dos compañías cementeras que operaron a principios del siglo pasado en lo que entonces era la comunidad de Eagle Ford, que luego fue desincorporada y absorbida por la ciudad de Dallas.
Muchos de los empleados de las dos compañías cementeras eran inmigrantes mexicanos que llegaron a esta zona para escapar de la Revolución Mexicana.
Los padres de Martínez fueron parte de esta migración, al llegar a Dallas en 1912, proveniente del estado mexicano de Guanajuato. “Mi padre fue uno de los primeros que llegó a Dallas. Él estaba ayudando a conectar el ferrocarril del sur de Texas al norte de Texas”, recordó.
“Fue un trabajo duro pero ofrecía una manera de alimentar a su familia. Una vez aquí se enteró que una de las plantas de cemento estaba contratando y fue así como se empleó en ella y envió por su familia”.
La compañía cementera construyó dos cementerios, uno para anglos y otro para los inmigrantes mexicanos. En ese entonces la segregación no cesaba ni siquiera con la muerte.
Martínez dijo que el Campo Santo de Cemento Grande comenzó con el aumento de las muertes provocada por la pandemia de gripe de 1918, también conocida como la “gripe española”, que provocó millones de muertes en todo el mundo.
Muchos trabajadores de la cementera y sus familiares fueron enterrados ahí y el cementerio fue atendido por los empleados de la compañía, hasta que ésta salió de la zona en 1959.
El cementerio permanece como un recordatorio de los muchos mexicanos que con su trabajo ayudaron a la fundación y edificación de lo que ahora es Dallas.(Notimex)