Lyon (Francia), 12 sep (EFE).- Tras que cruzar la meta de Puy Mary con el gesto roto y los ojos perdidos en el horizonte de la decepción, el colombiano Egan Bernal mostró el rostro de la desesperanza: “Estoy en mis mejores registros, pero otros están más fuertes”.
Desde entonces, el defensor del título se obstina en recuperar el optimismo y aferrarse a los motivos, que los hay, que le permiten mantener la esperanza de desbancar a la pareja eslovena formada por Primoz Roglic y Tadej Pogacar.
El primero de todos es que Bernal es un corredor de fondo. El año pasado labró su triunfo en el Tour en la tercera semana de la carrera, que también era la más dura, una característica que se repite en esta edición.
“Esta es la carrera más dura del mundo y estoy corriendo contra los mejores, dando lo mejor de mí mismo. No me siento decepcionado, ¡para nada!”, aseguraba el de Zapaquirá antes del inicio de la decimocuarta etapa.
A LA ESPERA DE LAS ALTURAS
Criado en las pendientes elevadas de su país natal, acostumbrado a rodar cuando el oxígeno se enrarece, Bernal aguarda su momento. En 2019 el Tour apostó por multiplicar las cimas por encima de los 2.000 metros, que acabaron por despejar su camino hacia el escalón más alto del podio de París.
En esta edición la carrera cobra menos altura, lo que ofrece a los colombianos menos ventaja con respecto a rivales procedentes de otras latitudes.
Solo la etapa del próximo miércoles, entre Grenoble y el inédito Col de la Loze, permite a los “escarabajos” explotar sus actitudes por encima de los 2.000 metros.
En esa jornada, el pelotón superará la Madeleine, cuya cima está a 2.000 metros, pero sobre todo acabará en la de La Loze, a 2.304, el techo de este Tour.
A la vista de lo mostrado hasta el momento, solo un desfallecimiento de los eslovenos puede abrir las puertas de la victoria a Bernal.
El colombiano tiene mañana otro test, con meta en la cima del Grand Colombier, de categoría especial, tras superar otros dos puertos de primera.
Tras la jornada de descanso, el pelotón afrontará la primera edición alpina, la menos dura de todas. El Col de la Loze será precedido de una última jornada en ese macizo sin final en alto.
En ese terreno debe Bernal dar la vuelta a una carrera que se le ha puesto difícil, antes de afrontar el sábado la definitiva contrarreloj en La Planche des Belles Filles, donde sobre el papel tiene desventaja con Roglic.
EQUIPO Y EXPERIENCIA
Bernal sigue contando con su equipo, que por ahora se ha mostrado menos fuerte que el Jumbo del esloveno, pero que puede ser la clave en el tramo final.
“Mi equipo me apoya y estoy orgulloso de mi actuación hasta ahora. Después de todo soy tercero en la general del Tour de Francia. La carrera no acabará hasta París”, señala Bernal.
Los holandeses están monopolizando el control de la carrera como en otras ocasiones solía hacer el Ineos. Pero Bernal todavía no ha utilizado la carta del ecuatoriano Richard Carapaz, situado en el puesto 14 de la general.
El tercer elemento a favor del colombiano es su experiencia. A sus 23 años el ciclista de Zapaquirá es el único del pelotón actual del Tour que sabe lo que es ganar la carrera.
“A diferencia de los demás, yo sé como se gana un Tour”, repite Bernal como para darse un motivo más de fe en e triunfo final.
El colombiano sabe que la clave está ahora en no volverse loco. Reaccionar con pesimismo a la situación de carrera, aunque las sensaciones no habrían sido buenas, puede ser contraproducente.
La paciencia es uno de los puntos fuertes del defensor del título, una característica que le permitió aguantar la temporada pasada en un equipo donde compartía liderato con el británico Geraint Thomas.
Ahora vuelve a ponerse en manos “del destino del Tour”, con la convicción de que “nada está perdido”.
“Da igual si la termino tercero, segundo, primero o quinto: no habrá nada que lamentar, porque lo habré dado todo”, concluye. Info, Mi Ciudad Tv
Luis Miguel Pascual