Miami, 13 ago (EFE News).- La cantautora Becky G. ha sido reconocida este año por los Premios Juventud como una “Agente de cambio” social, una distinción que, según dijo en una entrevista con Efe, “es un mandato para seguir” usando su voz y “ayudar a los que no la tienen”.
Horas antes de que recibiera el premio de manera virtual, la artista reflexionó sobre “la importancia de seguir trabajando para mejorar las cosas que están mal en nuestra comunidad” y cómo este reconocimiento la ha conmovido y convencido de que está “en el camino correcto”.
“Me siento muy orgullosa y honrada de recibir este premio, pero al mismo tiempo me ha recalcado que queda mucho camino por hacer”, indicó la artista, quien contó que desde que tenía 15 años ha estado presente en los Premios Juventud y, desde entonces, al inicio de su carrera profesional en la música, también decidió que quería “ayudar a los demás”.
Precisamente, a sus 23 años Becky G es una de las artistas más activas políticamente en el mundo de la música latina.
La nieta de inmigrantes mexicanos indocumentados se ha sumado a campañas para promover el voto en EE.UU. y para animar a los latinos a participar en el Censo, además de emitir críticas contra las palabras y las políticas del presidente Donald Trump y recalcar en la necesidad de luchar contra el racismo.
“Me sumé al movimiento de ‘Black Lives Matter’ (Las vidas negras importan) porque yo crecí en ese mundo. Soy mexicana-estadounidese. Vivo en mi mundo latino y en mi mundo americano. Soy las dos cosas y en los dos hay problemas de racismo y de injusticias, contra nosotros y entre nosotros”, indicó la estrella.
Durante la pandemia decidió aprovechar el tiempo para educarse mejor, sobre todo en los temas que le interesan y, dijo, se “ha dado cuenta de que siempre hay más cosas que aprender” y de que todos tienen la responsabilidad de “educar a los que los rodean”.
Para Becky G no basta con no participar en comportamientos contra el racismo o la homofobia, hay que estar activamente contra ellos.
LA HERMANDAD ENTRE NEGROS Y LATINOS
El área en la que creció la artista en California es poblada principalmente por negros y latinos. Las comunidades han vivido una relación fluctuante entre la tolerancia, la hermandad y el odio. Para ella, esto es producto de un sistema que “no quiere” unidad.
“Yo siempre digo que si las minorías (demográficas y raciales de Estados Unidos) nos uniéramos, seríamos la mayoría y eso es lo que no quieren, pues seríamos muy poderosos. Por eso, cada vez más tenemos que sumar nuestras voces para favorecer a nuestras comunidades”, afirmó.
Al mencionar nombres como los de Breonna Taylor y Andrés Guardado, dos jóvenes muertos a manos de la Policía, Becky G explicó que ha tomado sus causas como propias: “son como mis amigos, como mis vecinos. Yo crecí con gente como ellos y soy como ellos”, indicó.
Su pasión como líder, añadió, viene de las experiencias que marcaron su infancia. Aún no entraba a la adolescencia, cuando sus padres perdieron la casa familiar por la crisis de las hipotecas.
De hecho, comenzó su carrera cantando en YouTube desde el garage de la casa de sus abuelos, donde vivieron ella, sus papás y sus tres hermanos varios años con el sueño de ganar suficiente dinero para ayudar a su familia.
UNA LÍDER FRENTE A LA PANDEMIA
Cuando conoció del reconocimiento de Premios Juventud “por su papel activo liderando cambios sociales”, la artista fue invitada a viajar a Miami desde Los Ángeles, donde vive con su pareja, el futbolista de padres argentinos Sebastián Lleget.
Fue él la inspiración y quien la acompañó en el video de su última canción “My man”.
Sin embargo, decidió quedarse en casa: “como agente de cambio sentí que tenía que dar el ejemplo y no salir de casa si no era absolutamente necesario”, explicó.
A cambio, se conectará digitalmente a la transmisión de los galardones, que se entregan hoy, si bien aclara que: “me habría encantado estar allí y los extraño mucho a todos”.
Para Becky G es “muy especial” ver cómo su trabajo y el de muchos latinos en Estados Unidos está dando sus frutos en el arte, porque reconoce que el trabajo como activista “no termina nunca”.